VUELOS DE ALMENDRAS Y REFRESCO

05/02/2018Vuelos de almendras y refrescos

 Vuelos de almendras y refresco

En las últimas semanas hemos podido comprobar que la compañía irlandesa de bajo coste, Ryanair, tomaba la decisión de aplicar una nueva política de equipaje que obliga a los pasajeros a pagar un extra si quieren llevar a bordo dos bultos, el bolso y una maleta de cabina. Esta compañía, que goza de una mala reputación social en muchos casos injustificada, no ha hecho más que repetir el modelo adoptado por otras; como EasyJet, WizzAir o United Airlines por citar algunas.

El argumento que da Ryanair es la acumulación de retrasos en los embarques, ya que la media de ocupación se sitúa en torno al 95%, lo que limita el espacio disponible a bordo para ubicar el segundo bulto que portamos con nosotros.

La idea no ha gustado pero, reiteramos, no es algo que se haya inventado la compañía irlandesa. De hecho, hace tiempo ya que los pasajeros se quejan de la merma en los servicios que se ofrecen en los vuelos. ¿Os acordáis cuando, en un Palma Madrid de primera hora de la mañana, nos podíamos tomar un café con leche y unas galletas? ¿o las almendras y la lata de refresco de media tarde? Y no solo eso. Ya hay compañías que han dejado de ofrecer servicio de menús gratuitos en los vuelos de larga distancia y, por seguir sumando, cada vez nos quejamos más de la falta de espacios entre los asientos y nos fastidia tener que llegar a la puerta de embarque con la facturación hecha desde casa, si no queremos pagar una penalización por el despiste.

El mundo de la aviación ha cambiado y cada vez se asemeja más a ir en autobús. Es cierto que hace unas décadas realizar un viaje en avión daba un cierto aire de lujo o esnobismo, hoy todo eso ha desaparecido. Es curioso ver incluso cómo ha cambiado la forma de vestir de los usuarios de las líneas aéreas y no menos llamativo es la pérdida del aura que envolvía a los profesionales de la aviación, pilotos que se responsabilizan de nuestra seguridad en vuelo y nos llevan de un destino a otro.

Todo ello nos ha de llevar a preguntarnos lo que parece que la sociedad obvia. Nos quejamos, sí, no nos gusta esa sensación de parecer formar parte de una manada dirigida de un lugar a otro pero nadie recuerda lo caro que significaba antes viajar y los precios tan irrisorios que podemos obtener ahora.

Nuestra reflexión, si se nos planteara la opción ¿estaríamos dispuestos a volver a pagar cantidades ingentes por un vuelo a la Península, con almendras y refresco, o preferiríamos renunciar a pequeños placeres a cambio de obtener precios más económicos?.


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